EL SAPITO Y LA RANITA 2ª PARTE Y FINAL

Continuación de la hirtoria publicada a finales de marzo del 2011 http://alchiviricoqui.blogspot.com/2011/03/el-sapito-y-la-ranita.html.

...Cada día que pasaba, el sapito era mas feliz al lado de su amada ranita, no se separaban ni un momento, saltaban juntos, corrían, cazaban, reían, jugaban, dormían..
Al cabo del tiempo, el sapito se dió cuenta, que su amada no estaba bien. Sus diminutos ojos cristalinos habían dejado de brillar y su sonrisa, apagaba lentamente. Al sapito, se le rompía el corazón, ver como su amada no era feliz en aquel lugar, así, que tomó una dolorosa decisión: devolverla a su antigua vida.
Sin decirle nada , el sapito  preparó todo, para pasar su última gran noche al lado de su gran amor.
Al caer la noche, y cuando la luna llena asomó la cabeza, el sapito cogió en brazos a la ranito, y entre salto y salto, la llevó en medio de la charca, donde un centenar de velas iluminaban una gran mesa adornada con orquídeas que compartían con un una lujosa cena. En ese momento, y como si fuera un milagro, los ojitos de su princesa volvieron a brillar como antes. Durante toda la cena, no dejaron mirarse a los ojos, como si fuera el primer día. Acabada la cena, bailaron y bailaron hasta que las velas dejaron de iluminar aquel paraíso. De vuelta, el sapito le cantaba su canción al oído, mientras que la ranita, se quedaba durmiendo en sus brazos con una gran sonrisa. Aquella noche, el sapito se quedó mirándola todo el tiempo sin despegarse ni un momento de ella. 
Cuando la luna decidió marcharse, llegó el momento de coger la mochila mágica e introdujo a la ranita para emprender juntos el viaje de regreso. En un abrir y cerrar de ojos, el sapito y la renita, volvieron al punto de encuentro. Allí estaba su princesa,  convertida en ser humano, con su pelo liso, leyendo la Vanguardia, como si no hubiera pasado nada. El sapito solo tenía unos minutos para regresar, así que entre salto y salto, se colocó encima de las hojas del periódico para despedirse de ella. En ese momento, la princesa vió a un sapito diminuto mirándole fijamente, y no pudo apartar la vista de él, mientras  que una lágrima se desprendía de sus ojos cristalinos.
Con el corazón triste, el sapito volvió a introducirse a la mochila mágica para emprender el viaje de vuelta, pero esta vez solo. Ahora, cada noche que hay luna llena, el sapito regresa al lugar donde pasaron la última noche, para bailar la canción de su amada.

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