UNA DE "FULL MONTY"
Todo empezó, una noche en un restaurante de un amigo en la Barceloneta. Allí estábamos todos, preparados para degustar la “Alta Cucine ” y pasar un rato divertido con los amigos. Como somos de buen comer, empezamos con un “generoso” pica-pica, un primero y un segundo plato, acompañado naturalmente de un buen vino. Cuando la barriga empieza a cambiar de tamaño y te pide a gritos que te desabroches el cinturón, llega la hora del postre, el momento más placentero de la cena. Terminado el proceso de “masticación” y “deglución” de la comida, es la hora de tomar la postura “post-cena”: Te echas para atrás, estiras, una pierna por aquí, otra por allá, y esperas el ansioso café, para acompañarlo con un aromático cigarrillo En esos momentos de calma y plenitud, son cuando se crean esas fantásticas tertulias, pero, cuando la mayoría de gente, está con ese “punto contento producido por el alcohol, algunas conversaciones se convierten en “malvadas”.
Con el café, se unió el propietario del restaurante. En una de las conversaciones, no explicó, que estaba montando cenas “selectas” para grupos, con actuaciones algo subidas de tono. En ese momento, no se le ocurre a uno de nosotros decir, que podríamos hacer de stripers, naturalmente en broma. Inmediatamente se creo una explosión de comentarios, provocando una enorme presión psicológica hacia varios de nosotros para convencernos a realizar dicha actuación. Solo bastó unos minutos, para que cuatro aceptáramos el reto propuesto, sin pensar con calma, lo que aceptábamos. Le faltó tiempo al propietario del restaurante, en tomarnos la palabra y anunciarnos nuestra actuación. Teníamos que actuar para un grupo de 50 chicas pertenecientes a una tienda de moda de cuyo nombre no quiero acordarme… empieza por “Z” y acaba por “A”. Todavía escucho las risas de mis amigos. Los cuatro, nos quedamos más blancos que la leche, creo que si nos pinchan en ese momento, no sale ni una gota de sangre. Nosotros no preguntábamos: ¿Pero que pintamos allí, si uno es delgado, otro es peludo, un bajito y uno regordete, y todos con barrigón cervecero?, precisamente no tenemos cuerpos danone para hacer un “Full Monty”. Pero inmediatamente, nuestras cabezas ya estaban trabajando y en un “plis-plas”, ya visualizábamos la versión humorística de la actuación y nos animamos. La única condición que pusimos, fue, que el restaurante se hiciera cargo tanto del material necesario para el espectáculo y, a la posterior cena. Naturalmente a nuestros amigos, les prohibimos ver la actuación y asistir al restaurante esa noche.

Ya lo teníamos todo, en unos días, sacamos la coreografía de la canción. A medida que pasaba el tiempo, y veíamos que aquellas ideas ya formaban un buen espectáculo, nos lo tomamos más en serio. Quedábamos para ensayar cada día, lo que más nos costaba, era arrancarnos los bóxer de un tirón, para quedarnos en tanga, ya que a veces el belcro se nos resistía, lo que provocaba un “cachondeo” continuo.
Llegó el día de la actuación, los nervios ya circulaban por nuestras venas, ya teníamos ganas de acabar con aquella historia. Mientras cenábamos, controlábamos la llegada del grupo de chicas. Nuestra adrenalina ya estaba a tope, a más de uno de nosotros, se nos atragantó la comida. Habíamos pactado con el restaurante, que nos encargaríamos de servir el vino a las comensales.
Y así fue, vestidos con el traje negro, camisa desabrochada, gafas oscuras y con acento italiano, empezamos a servir los vinos como grandes sommeliers . Por lo “bajini” , ya se escuchaban comentarios como:." Mira, esos son los stripers...".
Primera prueba superada, solo nos faltaba lo peor. Aprovechamos el tiempo que nos quedaba para tomarnos unas copas para combatir nuestro estado de “alta tensión”. El ambiente del grupo de las chicas, se fue caldeando poco a poco. El alcohol empezó hacer de las suyas, risas, gritos, y cánticos obscenos hacían aquello un polvorín a punto de explotar. Nosotros estábamos “acollonados”, blancos, con un sudor frío que nos invadía todo el cuerpo, estábamos viendo la tormenta que nos caía encima, ¡¡ya nos queríamos ir!! En eso que sube nuestro amigo y nos dice: “Tenéis que actuar ya, están todas muy desmadradas y me van a destrozar el local” ¿Cómo?,¿que ya tenemos que actuar?, pppppero....si no es la hora…
No nos tocó mas remedio que los cuatro flanes blandengues bajáramos las escaleras para adentrarnos a la zona diabólica. Era tanto el “follón” que salía por detrás la puerta, que era imposible comunicarnos. Ya cuando estamos a punto de entrar, uno de nosotros dijo que se iba, que no actuaba, que pasaba de todo, mientras se daba golpes con la cabeza en la pared. ¡¡¡Ostia, ahora que hacemos!!! a más a más, todos pensábamos lo mismo. Nuestro estado de nervios pasó a histerismo, pero, ya estábamos allí, no íbamos a tirar por la borda, todo el esfuerzo realizado para llegar al final. Después de unos segundos de reflexión, nos subió la moral por los aires y decidimos actuar, pese lo que pase.

Ya estaba hecho, ya nos habíamos sacado un peso de encima, ya podíamos pensar en otras cosas y relajarnos. A pesar de todo, hay que decir, que todo salió como tenia que salir. Naturalmente ganamos la apuesta. Yo personalmente, estuve bastante tiempo sin entrar en ninguna tienda de la cadena de ropa que organizó la cena, por si me reconocían. Eso sí, fue una experiencia que nunca olvidaré.
Gracias a la filmación de un amigo, cuando veo la actuación me viene a la cabeza la famosa frase…
¡¡¡ Porqué no te callas!!!
Comentarios
Publicar un comentario