PÁNICO EN LA CONSULTA

Por desgracia para mí y por suerte para los dentistas, desde bien pequeñito, he tenido problemas con la boca. Eso me ha llevado a tener que acudir a visitar a mis amigos, llámense “dentistas”.
Mira que yo disfruto con el miedo, me encantan las películas de terror, tensión, etc. Pero amigo, cuando tengo que acudir a su consulta, ¡¡¡me acojono vivo!!! Aunque no soy psicólogo y algunos lo piensen… creo que todo el problema viene de una muy mala experiencia.
.Un día, estando en clase, el profesor me llama y me dice que tengo que salir, mi madre me ha venido a buscar. Yo, naturalmente, supercontento.  Lo que no sabía, era que iba al médico, hasta aquí, bien, pero cuando me enteré que el médico era el dentista,"era mi  primera vez," ya me cambió la cara. Era una novedad y no sabía lo que me esperaba. Después de subir por ese ascensor antiguo de  madera que parecía que se iba a caer  en cualquier momento, llegamos a la consulta de mi queridísima y estimada ex-dentista. Una sala maloliente con moqueta verde en las paredes nos acompañaba en la espera. Mientras tanto, el único ruido que se escuchaba era el paso de las páginas de las revistas del corazón de los clientes que esperaban. De repente, un ruido infernal como si se tratase de una taladradora salió de la consulta de la doctora. Allí empezó todo. Mis palilleras piernas empezaron a temblar, un sudor frío invadió todo mi cuerpo, ¡¡Ay, ya estaba mareado!! En unos segundos, la bruja que custodiaba la consulta pronunció mi nombre. Era mi turno. Con el “baile de Sambito” por todo mi cuerpo, entré a la sala de torturas. La doctora, me hizo sentar en un inmenso sillón iluminado con un potente foco. En ese momento pensé: ¡¡¡ Ay Xavier, donde te han metido!!!. Con muy buenos modales para ella, y malos para mí, me obligó a que abriera la boca.Con un gran esfuerzo la abrí y aprovechó para meter  el aspirador de saliva dentro.  -¿Pero esto que es?, si parece que me están arrancando la lengua,¡¡ya empezamos mal!! Yo, sin que se diera cuenta la doctora, iba apartando el aspirador que  tenia enganchado en el paladar, creo que ya había medio trozo de carne aspirado…..
Luego con su voz "diabólica" me dijo: “Tranquilo, esto no te va a doler, solo notarás un pequeño pinchazo, que te dormirá la zona”.¡¡ Si…si…!! tranquilo ,decía…. ¡ Pero que fácil es decir estas palabras!. Menudo pinchazo me dió, me sentí como un toro banderilleado. En unos minutos puso en marcha su taladradora, para  empezar a destrozar mi pequeña e inofensiva muela y matar el nervio. Pero lo que no sabía ella, era que la anestesia no me hizo efecto. Y pasó lo que tenía que pasar. En el momento que el taladro tocó la muela, del dolor, le propiné una patada en toda la barriga, imaginaros como se puso. Sus gritos e insultos se escuchaban por todas partes. Yo, ya estaba en un  abismo, no me quedaba ni sudor. Cuando se calmó, muy amablemente repitió la anestesia, y lo volvió a intentar otra vez, pero con más cuidado. Aquello no se dormía ni viendo una película de Sara Montiel. Al ver que no se podía anestesiar más, llamó a la enfermera para que me sujetara. Fue el momento de la tortura clandestina. Sujetado por cuatro manos de pies y manos consiguió su objetivo, matarlo, al nervio y  casi a mí. Ni mis gritos de dolor, ni mis lágrimas, sirvieron para mucho. Todo acabó con una gran sonrisa de ella y una minúscula piruleta. Ese trauma, costó superarlo. Eso sí, después  he visitado nerosos dentistas a lo largo de los años, pero eso si,  al mínimo dolor, me marcho y no repito.
Una vez superado, van pasando los años,  y de un día para otro, te dicen que te tienen que operarte de fimosis. ¿Cómo?, pero si ya no soy un niño, si todos mis amigos hace años que se han operado…. ¡¡¡No, no!!! yo no quiero pasar por eso.El médico me decía:  No pasa nada, no  hace falta pasar por quirófano, es una cosa ambulatoria y sencilla, nada dolorosa. Bueno... si es así, le haremos caso.
Llega el día “H”. Con mi madre nos vamos a los consultorios de Manso. Tenía hora a las tres de la tarde, pero, algo pasaba, ya que veía que todo el mundo iba pasando delante de mí en la consulta. A las cinco de la tarde, después de dos horas de estar sentado en la incomodas sillas de madera de la sala de espera, entramos dentro de la consulta. Un doctor muy simpático empieza hacerme bromitas y a decirme, que si no te preocupes, que  si esto no es nada, etc. Yo,  no lo tenía muy claro, encima el doctor tenía una cara de “mafioso”, que daba miedo. En un “plis-plas” me manda detrás de un biombo, donde una camilla forrada de papel servilletero me estaba esperando. Después de quitarme toda la ropa de cintura para abajo me tumbé. En ese momento ya empezaron los tembleques y el “acollonimeinto”. Llega el doctor y con sus manos congeladas, empieza a manipular. En unos minutos hace llamar a la enfermera y a mi madre. ¡¡¡ Ay, ay, ay ¡!!! que  esto no pinta bien, yo ya me quería ir, pero era imposible. El mafioso ordena a mi madre y a la  enfermera que me sujetaran lo mas fuerte posible.¡¡¡La madre que lo parió!!!, en un segundo y en vivo, estiró, estiró y estiró hasta cortar lo que tenía que cortar. No os podéis imaginar el inmenso dolor que pasé, fue como si me arrancaran el alma de dentro de mi cuerpo, Menos mal que solo duró unos segundos ,solo de explicarlo ya estoy sudando….. Malherido después del combate, cojo y escaldado  salí de la consulta, como un pollo desplumado, Por suerte laa recuperación fue casi inmediata.
Con estas dos experiencias, no soy muy amigo de los médicos. Eso sí,. tengo que decir que hace poco he pasado por quirófano y no he notado nada de nada, eso me ha dejado más tranquilo “de momento”.


El Aviñecu





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