LUTO EN LA COSTA (2)

...viene del capítulo (1)...

La tan entretenida conversación de que eran objeto les llevó cerca del buque donde el capitán tropezó con un amigo.
-Hola Carlos…y compañía, saludó el médico escocés fijando su mirada en Carolina… Estaba por marcharme cuando he visto que regresabas. Según veo este viaje has venido mejor acompañado que otras veces...
-Si, ya puedes ver, por fin llegó la hora de tener mujer, dijo el capitán al propio tiempo que hacía las presentaciones de rigor.
- Te felicito Carlos, no todos los hombres pueden tener tu suerte, y, a propósito, puesto que mañana es festivo quedáis invitados a dar un paseo por la bocana con mi yate.
- Ella tiene la palabra, apuntó el Capitán. Carolina aunque de mala gana, solo por complacer la amistad que unía al extranjero con su esposo, hizo un movimiento de cabeza indicando aceptar la oferta.
-Es todo un caballero y un buen Doctor, dijo Carlos una vez que el escocés se hubo despedido.
- Pues a mí no me ha sido nada simpático, comentó Carolina.
- ¡¡Equivocaciones femeninas!! murmuró el capitán. A medida que vayas tratándole cambiarás simultáneamente de parecer.
A las once del siguiente día y cumpliendo lo convenido, un lujoso yate todo pintado de blanco, atracó junto a la Fragata. Cuatro tripulantes de aquella nacionalidad, el médico, la esposa e hijos de éste, eran todos sus componentes.
- ¿Estáis listos Carlos?, gritó el escocés.
- Sí, al instante estoy con vosotros, contestó Carlos. Pero en el preciso momento en que iban a embarcar, la presencia por la pasarela de dos hombres, al parecer representantes de  alguna de las agencias, hizo que aquellos se detuvieran.
- ¿Se encuentra a bordo el Capitán? , se le oyó decir a uno de ellos con toda amabilidad.
- ¡Sí señor! , dijo el marinero .Sentimos mucho molestarle Capitán, pues, según parece nuestra  visita le molestará en cierto punto, pero el asunto que nos trae es importante y no tiene espera, por lo tanto si usted quisiera dedicarnos, aunque solo fuera unos cortos minutos quedaría solucionado. Carlos, ante tal problema llamó a uno de sus hombres, al que hizo acompañar a los dos señores a su camarote, y acto seguido, volviéndose hacia el doctor que le estaba esperando, exclamó: ¡Tu mismo lo has podido comprobar!, de todas formas nada se ha perdido, ya que mi esposa irá con vosotros.
- ¿No es así Carolina?... Ella tardó un poco en contestar, al cabo de un instante despegó sus labios para decir:
- Como tú quieras, amado. – Carlos, besó la frente de su esposa y seguidamente le ayudó a bajar a la lujosa embarcación.
- ¡Hasta pronto querida!, despidiéndose el joven Capitán.
La nave recreativa, una vez en la bocana se adentró ganando aguas hasta ponerse a cuatro millas de costa. Al virar para regresar a su punto de partida, Carolina, que un tanto distraída se hallaba sobre la cubierta de proa conversando con la esposa del doctor, fue despedida por una de las velas tirándola al mar. Simultáneamente y como una bala, uno de los marineros saltó al agua en su persecución, pero aquel no llegó a alcanzarle. Pues, tanto él, como la inocente carolina, fueron atacados y devorados vilmente por uno o varios carnívoros que al parecer iban siguiéndoles.
Difícil es, por no decir imposible, el poder describir la triste escena que motivó a bordo el trágico suceso. Los dos cuerpos destrozados y ensangrentados fueron sacados del agua y depositados sobre la cubierta en estado agonizante.
-¡¡¡Carlos, ¿donde estás amado mío?, ven a salvarme, me siento morir!!! exclamaba Carolina en sus últimas agonías de muerte.
- ¡Nuestro hijito!, ¡Ay, nuestro hijo!, fueron sus últimas palabras.
Una hora más tarde el joven Capitán, viendo el yate embocar a puerto, descendió del puente para recibir a su esposa. Pero tal como aquél iba aproximándose, su rostro cambiaba de color.
- Es raro que no ande ella por cubierta, se decía pasa si mismo. Dudando de lo que veían sus ojos, Carlos subió de nuevo al puente desde donde se puso a mirar con su largo catalejo.
- ¡Sin duda alguna, se encuentra indispuesta en uno de los camarotes! murmuró.
-¡¡¡ Pero… es imposible!!! , ¡¡¡Que es lo que veo!!!  Emprendiendo veloz carrera, bajó del puente y al llegar a proa pudo oír la voz del médico que decía:
- ¡Carolina, tu Carolina, la desgracia ha caído sobre ella!
El joven capitán no quiso escuchar más, de un formidable salto fue a parar a la cubierta del fabuloso yate, cuyo casco distaba a pocos metros de la fragata. No necesitaba interrogar a nadie, aquellos espantados rostros delataban lo ocurrido. Él mismo levantó la sábana por uno de los lados, quedando aquel descuartizado cuerpo todo descubierto.
- ¡Nadie más que yo es el culpable de tu muerte amada mía!, comentaba Carlos derramando torrentes de lágrimas, mi deber era no dejarte ir sola y mucho menos en el estado en que te hallabas, pero…estaba escrito y nadie lo ha podido borrar. Aunque mi vida siga existiendo, no por eso dejará de ser truncada y separada de la tuya para siempre, pero te juro Carolina mía, que mi pensamiento correrá siempre hacia el tuyo, y que los causantes de tal infame crimen pagarán cara tu muerte.
Puesto de rodillas frente al ser tan querido, el joven Capitán parecía volverse loco, y levantando los ojos al cielo como el que busca un remedio para su triste situación exclamó:
- ¡Tu alma acaba de marcharse, pero nunca se hallará tan sola y abandonada como la mía, el fruto de nuestras carnes te seguirá de guía hacia la eternidad!
En adelante la vida de Carlos sería bien marcada, y en su ruta por el mundo, convertiría su dolorida alma en juguete errante de todos los océanos, pero a él, ya muy poca cosa le importaba el valor de su amarga experiencia. Había perdido lo que tanto amaba. ¿Qué otra cosa podía esperar en aquel mismo viaje y de vuelta a España?
Carlos, escribió a su amigo Toni dándole a conocer su desgracia.
- Todas mis ilusiones, decía en la carta, han sido derrumbadas, quedándome tan solo el afán de dar muerte a cuantos carnívoros se pongan al alcance de mi escopeta.
Siempre con el corazón dolorido y con el amargo dibujo en sus mejillas fueron pasando los meses, sin que el joven Capitán hallara en su paso la menor distracción que le hiciera olvidar el pasado. Un día encontrándose en Málaga es espera de un cargamento para un largo viaje al otro lado del continente, Calos, recibió un mensaje cuyo contenido le notificaba el feliz nacimiento de n niño. Una sombra le pasó rápidamente por su cerebro, recordándole una fecha, y como el que medita algo no es muy seguro de lo que piensa. Empezó a andar en dirección al camarote de donde sacó unos pequeños envoltorios.
- A estas horas ya los llevaría puestos, murmuró el Capitán contemplando los pañales que aún guardaba en su armario. Los conservaré mientras viva, pues son el único recuerdo que me dejaron.
Sin poder contenerse, sus lágrimas se mezclaron entre aquellas ropitas, Carlos guardó de nuevo todo lo que había sacado unas horas mas tarde, tomándose unos días por su cuenta, tomó el tren dirección a Peñíscala.
- He insistido tanteen que vinieras, comentó Toni, porque tanto mi deseo como el de mi esposa Mercedes y creo que también lo será el tuyo el que apadrines al pequeño.
- ¡Claro hombre, de mil amores, no esperaba otra cosa de ti!, exclamó su colega mostrándose la mar de contento.
Por vez primera dentro del periodo de aquel año, Carlos, sintió un latido mas alegre en su corazón, ya que él y Toni, se trataban y querían como hermanos.
- Bueno, ¿ya has ideado el nombre con que ha de ser bautizado tu hijo?, le preguntó Toni.
- ¡Naturalmente!, respondió, el pequeño se llamará como su autor, ¿no te parece aceptable?
- Desde luego… pero yo pensaba que un Carlitos en nuestra familia tampoco estaría mal. No es necesario que te esfuerces en convencerme respondió Carlos con toda amabilidad, porque todos sabemos cual grande es el orgullo de un padre al poder llamar a su primogénito por su propio nombre, y yo, en tu lugar haría lo mismo.
- Bueno, puesto que su padrino lo quiere así, admitió Toni, nada se opondrá a ello.
A las diez de la mañana del día siguiente, un niño era bautizado en la pequeña parroquia de Peñíscola con el nombre de Toni. Era el 23 de Junio del año 1876, fecha en que alguien de los asistentes al acto guardaba, aunque con diferente mes y año, un triste recuerdo del que solo la muerte sería capaz de olvidar.
Este niño que hoy tengo en mis brazos, dijo Carlos durante la ceremonia bautismal, guardará para mí, la vida llaga de un trágico episodio, y cuando sea mayor, pienso hacer de él un hombre de provecho.
Una gran fiesta se organizó en casa de los padres del pequeño Toni, en la que los asistentes hicieron un derroche de alegría, cerrándose el acto con sendos discursos de los dos Capitanes, en los que pusieron de relieve el hondo significado, que para ellos representaba todo aquello.

Continuará…… 


Batiste B.

Comentarios

  1. Creo que me va a enganchar. Muy buena. Felicidades.

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  2. Pobre Carolina!!!
    Quin autor més cruel!!!!
    Veurem que passa al tercer capítol...
    Marc

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  3. Pobre Carolina!!!
    Veurem que passa al tercer capítol...
    Marc

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