QUE FUE DE LA YAYA DE LA BERRUGA


Después de aquella dura travesía, cargados con mochilas y tiendas, llegamos por fin al destino. Un pueblo del Pirineo, diminuto, donde el olor a estiércol se apreciaba desde la entrada. Solo  había tres masías en vilo, el resto estaban derruidas. Algo misterioso se apreciaba en aquellas casas por sus señas en las puertas. A nosotros que éramos adolescentes y nos gustaba el misterio, nos encantaba, y nos faltó tiempo para empezar a contar nuestras historias.

Después de aquella dura travesía, cargados con mochilas y tiendas, llegamos por fin al destino. Un pueblo del Pirineo, diminuto, donde el olor a estiércol se apreciaba desde la entrada. Solo  había tres masías en vilo, el resto estaban derruidas. Algo misterioso se apreciaba en aquellas casas por sus señas en las puertas. A nosotros que éramos adolescentes y nos gustaba el misterio, nos encantaba, y nos faltó tiempo para empezar a contar nuestras historias.
Al llegar a la plaza del pueblo, (llámese a una pequeña esplanada), el tentempié de unas tristes galletas con chorizo, nos dio ánimo para explorar el terreno, a solo unos cuantos, ya que los otros,  prefirieron tumbarse en el suelo para descansar.
En las afueras del pueblo, encontramos un cementerio abandonado, viejo y sucio, eso nos bastó para entrar, y mirar las tumbas medio abiertas. Nos llamó la atención una en que se veía un pequeño ataúd carcomido. Aquello nos puso un poco "acollonidos", además  empezaba a oscurecer. Uno del grupo se acercó he intentó levantar la tapa del ataúd, y se percató que dentro quedaban restos de huesos. Nos pusimos como motos, eran los huesos, parecidos a los de un niño. Estábamos tan exaltados, que cogimos la carabela y la escondimos en la mochila. En ese momento, notamos una presencia extraña,  nos giramos todos de golpe, y vimos a lo lejos una señora muy viejecita que se acercaba. Nos quedamos helados, la señora, se quedó en la entrada del cementerio mirándonos, tenia la cara muy arrugada y nos llamó la atención una enorme verruga en la barbilla. “Acollonados”, nos fuimos pitando de allí, eso sí, con "Willy", nombre que le pusimos a la caravela. Los monitores ya nos estaban buscando para irnos, ya que todavía nos quedaba montar las tiendas de campaña para pasar la noche cerca del pueblo, y continuar la “travesa”. Después de cenar, y en tiempo libre, cogimos a Willy y la colocamos arriba del palo de nuestra tienda. Todos los compañeros alucinaron, incluso los monitores,  ya que les habíamos explicado, que la encontramos abandonada en el sitio de acampada. El humor negro, y las leyendas, fueron las protagonistas de la tarde.
Entrada la noche, fuimos a las tiendas a dormir, hay que decir que todos estábamos bastante “acollonidos”. Las linternas dejaron de alumbrar en segundos. El viento que soplaba en ese momento, y el ruido de las aves nocturnas, nos acunaban para dormir. De madrugada, un fuerte golpe movió toda nuestra tienda, ese fue mi primer para cardiaco que había experimentado en mi vida. El reflejo de la luna, iluminaba el exterior, solo  se veía sombras y ramas moviéndose de aquí para allá. No fui el único que se despertó, aquella noche, con una simple mirada, veía a mis compañeros más blancos que la leche. De repente, escuchamos unos pasos, y al momento vimos una silueta que se acercó a nuestra tienda. En la puerta, vimos que aquella “cosa”,  que alzaba sus brazos, e inmediatamente  sacó a “Willy” del palo de la tienda. Nosotros no teníamos ni fuerza para gritar, para poder avisar a los monitores y pedir socorro. Al momento, la cremallera de la puerta empezó a subir, momento en que aparece la viejecita de la verruga, con la carabela en sus manos. Los corazones de todos, empezaron a palpitar como taladradoras mientras nos hacíamos los dormidos. Cuando nos imaginábamos lo peor, la yaya se fue  corriendo. Nadie se atrevió a cerrar la cremallera de la tienda, fue la noche mas larga vivida.
 Ya por la mañana, explicamos la vivencia, y como era de esperar, nadie nos creyó.
 Al cabo de los años, volví de mayor al mismo lugar, y fui a visitar el viejo cementerio, Me chocó ver, que justo al lado de la tumba que cogimos a Willy (ya estaba cerrada y en condiciones), había otro nicho con una foto muy amarillenta. Al acercarme, comprobé que la señora de la fotografía era la yaya de la verruga, mire la fecha de su muerte, y me quedé helado al ver que hacía más de 100 años que había muerto.....

Comentarios

  1. Yo soy uno de esos niños.....

    ResponderEliminar
  2. k fea es esa vieja se te parece a ti!!!xD

    ResponderEliminar
  3. El pueblo se llama Sant Jaume de Frontanyà, y por aquellos entoinces no tenía camino asfaltado para llegar, es más con el tiuempo me he enterado que allí estuvo recluído Xirinacs por lo incomunicado que era.
    A parte de eso yo soy uno de los dos que saltamos a coger la Wila ( creo que la llamamos así ) y cada noche le dábamos un beso en la parte superior para irnos a dormir, estuvo muchos años rondando por el Cau de Rangers, tras la pertinente limpieza y barnizada.
    En fin cosas que si las pensára hoy seguro que no las haría.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AQUELLOS MARAVILLOSOS CINES...

BARCELONETA (2)

RECORDANDO FRASES CELEBRES (I)